El contacto con animales es un aporte para que chicos y jóvenes con dificultades puedan encontrar un nuevo lugar en sus historias. Domésticos o salvajes, se convierten en personajes con quienes pueden intercambiar papeles, favoreciendo así que, en alguna esquina del futuro, ellos puedan encontrarse en mejores condiciones para conjurar los fantasmas de su pasado y animarse a enfrentar el porvenir.
Los animales son una alteridad amigable y enriquecedoramente azarosa. Jugar con una cría animal es lo contrario de sujetarse a una programación. Una vez allí, es posible plasmar intervenciones que los ayuden a diseñar nuevos modos de lazo social con otros y de intimidad con ellos mismos. Que los acerquen al cachorro, y los alejen del autómata.
Entre chicos y animales surge un mundo enormemente enriquecedor para quien padece serias dificultades en la conexión con otros. A través de ese lazo fuera de serie, ellos pueden entrar en contacto con eso otro, también suyo, puesto allí. Y permitir entonces el ingreso de lo rechazado, admitirlo como propio, descifrarlo, producir algo nuevo y ponerle palabras al gruñido o al silencio.