La neuroeducación y los lenguajes artísticos no son sólo para talentosos, soñadores o extravagantes, sino para todos por igual, pues en ellos se ponen en juego procesos intelectuales, sensoriales, afectivos y emocionales, donde la línea divisoria entre capacidades y discapacidades se desdibuja. Todos podemos hacer arte y aprender a aprender desde las artes, donde el otro, el supuestamente “diferente”, se convierte en un “nosotros”.