La primavera no violenta al árbol, no lo presiona, no lo fuerza a dejar de ser como es, hace posible el crecimiento. Las flores y los frutos llegarán a su tiempo, sin prisa y sin pausa. La primavera hace posible que el árbol sea él mismo y crezca hasta el límite máximo. La red de escuelas de un país constituye una primavera sin fin. En sus aulas las alumnas y alumnos pueden florecer y dar frutos. Gracias a la acción educativa, las personas podrán llegar a su plenitud.