Consideramos “maltrato infantil” a toda acción, omisión o trato negligente, que voluntariamente priva al niño de sus derechos y su bienestar, que amenaza o interfiere su adecuado desarrollo físico o psíquico y cuyos autores pueden ser personas, instituciones u otros ámbitos sociales, ocupando un lugar prioritario la familia, como la primera y pequeña escuela en la cual podemos encontrar lo mejor o lo peor para la experiencia vital de los niños.